La antigua ciudad romana de Septimancas, que por derivación ha dado lugar al nombre que hoy conocemos, es desde sus 10 kilómetros de distancia con la capital, un lugar de referencia en la historia no sólo de Valladolid, sino de Castilla y León y España. Está declarado Conjunto Histórico-Artístico.
El conjunto urbano se eleva sobre un pequeño montículo y se deja caer sobre una de sus laderas hacia la orilla del Pisuerga.
El monumento más destacado es el Archivo Histórico-Nacional, que fue mandado construir en el siglo XV por el Almirante de Castilla Don Alonso Enríquez y que un siglo más tarde cambió su función de castillo por la de archivo, con la consiguiente transformación arquitectónica. Sirve para guardar documentos en su mayoría de la Edad Moderna y está considerado como uno de los más importantes del mundo.
Otro edificio de relevancia dentro de este conjunto, es la Iglesia del Salvador. De estilo gótico tardío con alguna influencia renacentista, mandada construir en el siglo XVI, aunque conserva la torre de otro edificio anterior del siglo XII de estilo románico. Dispone de cuatro elementos de valor, todos ellos del siglo XVI, como son el retablo mayor de estilo plateresco, otro retablo cuyo tema principal es la Resurrección, de estilo renacentista al igual que un relieve de Llanto sobre Cristo muerto y una cruz procesional labrada en plata. Durante los meses en que funciona la Oficina de Turismo puede visitarse, así como el resto del año contactando con el Ayuntamiento.
Dentro también de este casco urbano, se distingue de forma espléndida, la fachada del ayuntamiento, de estilo neoclásico del siglo XVIII y la fachada del hospital de estilo renacentista del XVI. Frente al ayuntamiento, surge una calle que a unos cien metros deja de existir para mostrarnos un precioso mirador.
El apartado festivo también tiene su hueco dentro de Simancas. Así, el último fin de semana de mayo se celebra «la Jura de las Doncellas», en la que se escenifica la jura en la escalinata del Archivo, y en agosto, el día 6, se conmemora la fiesta del Salvador, donde se sigue celebrando el tradicional acto de nombramiento de las siete doncellas en recuerdo de la famosa leyenda de las «sietemancas», que cuenta que en tiempos de Ramiro I, allá por el siglo IX, el emir Abderramán II se hacía regalar cien doncellas cristianas, de las cuales siete de ellas debían de salir de Simancas.
Estas siete mozas, en un arranque de valor, quisieron burlar el tributo cortándose una de las manos. Se presentaron ante el Señor de Córdoba y dicen que éste dijo: «Si mancas me las dais, mancas no las quiero». La villa decidió entonces recordar para siempre a las heroínas incorporando a su escudo siete manos pintadas.
Otra tradición que tiene arraigo entre los jóvenes del pueblo es la petición del ganado para las fiestas, acto por el cual, cada 15 de agosto, los mozos de Simancas piden los toros paras las fiestas de septiembre, fiestas en honor de la Virgen de Arrabal, patrona de la villa. Se desarrollan entre el 6 y el 11 del citado mes, y en el cual merece ser destacado el tradicional «salto de la hoguera», en el que los mozos realizan el salto en las inmediaciones de la ermita.